Tecnología del XXI para organizaciones del XX

noviembre 30, 2015

El sociometric badge, ese aparato que sirve para saber por dónde se mueven los empleados en una empresa y con quién hablan, y que ya comentamos hace algún tiempo (aquí, y aquí), sigue dando sus pasos. Este otoño lo probaron en las oficinas de Fast Company, con resultados y comentarios digamos que peculiares.

Otra iniciativa interesante es cómo se complementó esta tecnología con la creación de un «robot máquina de café» que se desplaza a la zona de aquellos que ….’necesitan hablar con un café‘ (esto parece la continuación de lo que ya comentamos en su día). Simpático a la vez que inquietante 😉

Es curioso ver cómo estas iniciativas suscitan un montón de comentarios y debates acerca de cómo debe protegerse la privacidad, o sobre la indefensión y la desconfianza de los empleados acerca del uso de esta información por parte de las organizaciones, entre otros. Todos ellos asumiendo una divergencia entre los intereses de unos y otros. Una posición de empleador contra empleado. Y viceversa. Parece como si un dispositivo del siglo XXI, con una potencialidad increíble, se dirigiera a un modelo de relaciones laborales del pasado. Obviamente son sus clientes, pero resulta muy curioso.

Todo ello pese a que -acertadamente- Humanyze, la empresa surgida del MIT para continuar con el sociometric badge, quiera incrementar su propuesta de valor en el usuario (para que aprenda de su comportamiento y pueda mejorar, independientemente del empleador para el que trabaje) más que simplemente en la propia organización.

Y es que esta integración de intereses empresa-trabajador, de ser posible, es muy poco probable. Por mucho que tengamos muestras crecientes de holocracias y otras (todas ellas muy buenas y en el camino adecuado, no me cabe duda), la mayoría organizaciones existentes fueron creadas para tener empleados, para alquilar su tiempo, para tratar de optimizar los costes de transacción.

Tener una organización con un paradigma moderno, más allá de la relación empleador-empleado (socios o proveedores que trabajen por objetivos o por proyectos; red de colaboradores, etc.), exige renunciar a la propia esencia de la empresa del siglo XX. Creo que son muy pocas las que realmente pueden lograr este cambio. En este caso, es más fácil crear desde el principio que transformar por completo algo que fue diseñado con otro fin.

Foto de Pexels

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